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Por qué la meditación es un súper poder

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Hay muchas maneras de meditar. A través del yoga, de la respiración, de la naturaleza, de la danza… pero la forma más simple, accesible y que tradicionalmente conocemos como meditación requiere que nos sentemos cómodamente en un lugar tranquilo y practiquemos la atención plena.

 

Cuando te sientas a meditar y comienzas por ejemplo a enfocarte en la respiración, lo habitual es que al cabo de unos momentos te des cuenta de la cantidad de pensamientos que surgen en tu mente (la cantidad usual, solo que en ese momento estás más consciente de ellos). Puede que te sientas algo abrumado por todo ese “ruido” y creas que la práctica no está funcionando. Es probable que incluso te cuestiones qué haces ahí sentado cuando tienes tanto que hacer. Así que al recordar que tienes que llamar a alguien, que tienes que comprar algo o que tienes que hacer cualquier otra cosa más importante que quedarte ahí sentado “pensando”, coges y te levantas.

 

¿Qué ha ocurrido? Que tu mente se ha interpuesto en tu camino. ¿Cómo? Llevándose tu atención. Es más, no solo se ha llevado tu atención sino que te ha hecho reaccionar físicamente sacándote de tu práctica. ¿Quién crees que está aquí al mando? Porque tendremos una mente, pero a menudo olvidamos que esta es solo una fantástica herramienta y somos nosotros quienes estamos al mando.

 

Es fácil ver cómo esto nos ocurre constantemente en nuestra vida cotidiana. La buena noticia es que podemos aprender a prestar atención y a desarrollar nuestro enfoque. ¿Cómo? Practicando, es decir, desarrollando la habilidad de estar tranquilos mientras entendemos los hábitos que tiene nuestra mente para que esta no nos controle o domine.

 

En yoga se dice que “la asana comienza cuando quieres salir de ella” y con la meditación ocurre lo mismo: cuando a pesar de la incomodidad o la molestia permaneces tranquilo, respirando, practicando la quietud, dejando pasar tus pensamientos como nubes que cruzan el cielo y manteniendo la intención de relajar tu mente, estás entrenándote en la práctica. Estás enseñándote a ti mismo que puedes manejar las distracciones y permanecer en calma.

 

Lo que ocurre es que tenemos grandes expectativas, nos sentamos un día y ya queremos ser masters de la meditación cuales monjes budistas. Pero al igual que no conseguimos poner nuestro cuerpo en forma por ir un día al gimnasio, tampoco lo hace nuestra mente por sentarnos un día a meditar. Se llama “práctica” porque requiere de que practiques.

 

Cada vez que te sientas a meditar, estás entrenando el músculo de la atención, es decir, estás fortaleciendo el músculo que te hace estar presente mientras observas qué está pasando en tu cabeza, en tu mente, sin dejarte llevar por ello. Estás aprendiendo a crear espacio para elegir tu respuesta ante cualquier situación. Imagina que tienes la capacidad de responder con inteligencia y elegancia a las cosas que te ocurren en vez de reaccionar ciegamente. ¿No es este un maravilloso súperpoder?

 

Cada día salen nuevos estudios científicos fundamentando los muchos beneficios de la meditación. Pero resulta apasionante que, por el simple hecho de tomarnos un tiempo (cinco, diez, veinte minutos al día) para atender y suavizar nuestra mente, nuestra mente se vuelva más suave con nosotros. Porque lo que ocurre cuando la mente se calma es que la calidad de nuestra experiencia cambia. Y somos capaces de estar más despiertos, de notar las cosas, de sentirnos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean, de darnos cuenta de que vibramos, con una mirada cómplice, una palabra bondadosa, la brisa en la piel, un sabroso postre, las estrellas apareciendo en el cielo al anochecer. Al fin y al cabo ¿no se trata de eso?

 

 Prende fuego al ser interior mediante la práctica de la meditación 

Upanishads

Te hablo de esto también en mi curso Instantes de Yoga.